Si seguimos la sistemática de análisis, podemos concluir lo siguiente:
El trazado muestra un ritmo sinusal a, aproximadamente, 50 latidos por minuto (6 cuadros grandes entre cada QRS), con una onda P de morfología normal y positiva en las derivaciones que exploran la cara inferior, lo que indica que el origen del ritmo es el nodo sinusal. El intervalo PR es normal (<0.20 s) lo que descarta bloqueos auriculoventriculares. El complejo QRS es estrecho y los voltajes no son elevados. Sin embargo, en las derivaciones de cara inferior (II, III, aVF) se aprecia una onda Q profunda. No hay alteraciones en el segmento ST, pero en las mismas derivaciones inferiores, se observan ondas T negativas acompañando a la Q antes mencionada. El intervalo QT es normal.
Es cierto que el primer hallazgo con el que nos encontramos es que el paciente tiene bradicardia sinusal, sin embargo, esto no es lo relevante en este trazado. La existencia de ondas Q profundas en cara inferior sugieren que el episodio que el paciente confundió con indigestión hace una semana, en realidad, era un infarto de miocardio.
Como vemos en la imagen superior, si el compromiso de la perfusión se mantiene, el evento isquémico evoluciona en pocas horas desde la isquemia hasta la necrosis. La presencia de ondas Q localizadas en cara inferior sugieren necrosis a ese nivel secundaria a un infarto que pasó desapercibido en este paciente.
No todas las ondas Q resultan patológicas.
Se definen las ondas Q patológicas cuando cumplen algunas de las siguientes características: duración ≥ 0.04 segundos (un cuadrado pequeño en el papel milimetrado del ECG), una profundidad > 1/3 de la onda R que le sigue, o aparecer en derivaciones donde habitualmente no se encuentra la onda Q (V1-V3).
Además de la aparición de las ondas Q, los cambios electrocardiográficos en el infarto de miocardio presentan otras variaciones a lo largo del tiempo, lo que nos permite hacer una estimación del momento evolutivo del proceso.
Como vemos en la imagen superior, las ondas Q patológicas, acompañadas de inversión de la onda T en esas derivaciones, apuntan a un infarto ocurrido días antes, como es el caso que mencionamos.
Para finalizar, recordamos que, evaluando las derivaciones afectadas, podemos definir el territorio donde se ha producido el daño miocárdico.
Respecto a las demás respuestas, se descarta un bloqueo de rama izquierda porque la anchura del QRS no supera los 0.12 s (tres cuadritos). El patrón electrocardiográfico más frecuente en el TEP es la taquicardia sinusal y respecto al patrón S1Q3T3 (también sugestivo de TEP), tampoco se encuentra una onda S en la derivación DI.
Autor:
Campuscardio.com
Para saber más:
Vidal M, Fdez-Obanza Windscheid E. Electrocardiografía básica. Aproximación práctica a la lectura del EKG.