Cuando analizamos el electrocardiograma, debemos aplicar una sistemática para no pasar por alto aspectos importantes.
En la lectura de cada uno de los elementos de esta sistemática, recomendamos hacer una búsqueda activa de la información que nos proporciona cada onda e intervalo del electrocardiograma.
En el trazado que presentamos, el ritmo se origina en el nodo sinusal porque la onda P que precede a cada QRS es positiva en cara inferior y negativa en aVR. La frecuencia cardíaca es normal (60 lpm, cinco cuadros grandes entre cada QRS), la onda P es de morfología normal y el intervalo PR es menor de 0.20 segundos, lo que traduce una conducción auriculoventricular normal. Cuando analizamos el QRS, vemos que presenta una anchura normal (< 0,12 segundos o tres cuadritos), lo cual indica que la conducción dentro de los ventrículos se realiza a través de las vías rápidas de conducción. El voltaje de los QRS es normal, lo que descarta hipertrofias ventriculares; pero si nos fijamos bien, la onda Q en las derivaciones que registran la cara inferior (explorada por las derivaciones DII, DIII y aVF), es patológica porque su voltaje (-) es más de un 1/3 del voltaje (+) del QRS que le sigue.
Debemos recordar que la presencia de una onda Q de características anormales en la derivación DIII puede ser una variante de la normalidad en algunos individuos, sin embargo, cuando las ondas Q afectan a varias derivaciones que exploran un mismo territorio (en este caso DII, DIII y aVF), indican necrosis en esa localización como secuela de un infarto ocurrido en la cara inferior.
Si continuamos nuestro análisis, apreciamos que no hay alteraciones de la repolarización (segmento ST y onda T) y el intervalo QT es normal porque mide menos de ½ del intervalo entre dos QRS sucesivos.
Autor:
Campuscardio.com
Para saber más:
Blanco Vidal M, Fernández-Obanza Windscheid E. Electrocardiografía básica. Aproximación práctica a la lectura del EKG. 4ª edición 2021